domingo, 24 de marzo de 2013

Arqueología contemporánea y estratificación social

Una de las grandes enseñanzas que os ha dejado la arqueología clásica es el hecho de que muchos de los restos materiales estudiados corresponden a edificios de carácter público (templos, centros de adoración, plazas, palacios, residencias de los grandes dignatarios, etc.) pero poco hay, comparativamente hablando, de las casas, viviendas, calles, etc donde la gente común vivía o de los lugares en donde trabajaba. Parece evidente pensar que las construcciones de los políticos, sacedotes, jefes militares eran hechos de mucho mejoress materiales, más sólidos y duraderos, no así con los pertenecientes a la gente común y menos aun los pobres. Ese fenómeno sigue pasando hoy, y parte del trabajo del arqueólogo que estudia la sociedad contemporánea, es dar cuenta de esas diferencias en el diseño, construcción (materiales), localización que se dan en la ciudad, partiendo del supuesto que hay claras diferencias entre los barrios o colonias o zonas residenciales de la gente poderosa y rica, de las clases medias y de los sectores populares y marginales. Partiendo de la considertación de que vivimos en ciudades y poblaciones altamente estratificadas no sólo socioeconómicamente, sino también en términos étnicos, culturales, laborales, sólo es posible dar cuenta de las diferencias sociales, desde el punto de vista arqueológico, dando detalle de esas diferencias de clase, o de raza, o de cultura, que se expresan en los objetos materiales muebles e inmuebles que nos rodean. En este tiempo, como sucedió en la antigüedad, las viendad, talleres, espacios comerciales, barrios, etc. pertenecientes a las clases bajas y marginales, desaparecerán más fácil y rápidamente que aquellas pertenecientes a los grupos privilegiados de la propia sociedad. Si no se cuida de estudiarlos y guardar testimonio, pasarán al olvido y se perderá mucho de la riqueza arqueológica contemporánea. Lujo que no nos podemos dar. La arqueología no puede limitarse a las grandes obras industriales, urbanísticas  o arquitectónicas, ni a los elegantes y sofisticados diseños industriales, sin demérito de que se les estudie, también se debe investigar y preservar lo popular, aquello que se generalizó en una sociedad y tiempo determinado, en un espacio localizable. No se va a conocer una sciedad y sucultura sólo por las posesiónes de los ricos y poderosos, por las clases hegemónicas, sino por el conjunto de la obra material que uan sociedad determinada produjo en lagún momento de su historia. Las diferencias de clase no se reconocerán sólo por la posesión o no posesión de medios de producción, como sostenían los marxistas, sino por la posesión o falta de ella de todos los bienes materiales necesarios para la vida humana en sociedad.

lunes, 22 de agosto de 2011

Arqueología del Transporte: museos

El paso final del trabajo del arqueólogo es la exhibición de los objetos que han sido rescatados, reconstruídos y preservados. El lugar idóneo para hacerlo son los museos. En el caso que os ocupa podemos hablar de distintos tipos de museos que guardan y protegen los vehículos de transporte, accesorios, piezas y componentes, y todo tipo de material documental, sean folletos, fotografías, películas cinematográficas, videos, informes, comunicaciones oficiales, memorias de diseño o fabricación, manuales de uso, memorias de usuarios, naraciones de experiencias y hasta poesía dedicada a los transportes.
Los museos pueden ser divididos en los siguientes tipos:

a) Museos dedicados al transporte en general, como el Museo del Transporte y Exposicones de Xalapa, Ver. o el Museo del Transporte en Lucerna, Suiza;

b) Museos especializados en un sólo modo de transporte, como el Museo de Transporte Eléctrico del Distrito Federal, o el Museo del Automóvil de la ciudad de México, el Museo Greyhound, el Museo del Ferrocarril en Puebla, o el Museo del auto y Transporte Humberto Lobo Villarreal en Monterrey N.L o el Museo de la Fuerza Aérea Mexicana, en Santa Lucía, edo. de México;

c) Museos que combinan Transportes y Comunicaciones como el de Lucerna en Suiza;

d) Museos dedicados a otra u otras temáticas, pero que entre sus colecciones abarcan algún tipo de transporte o varios, pero de manera secundaria. El Museo Tecnológico de la Comsión Federal de Electricidad es un ejemplo de este caso. Ahí se guardan algunos carros y vagones del Tren Presidencial de los Estados Unidos Mexicanos.

e) Museos virtuales del transporte, como el Museo BusARG de Argentina, accesible vía internet.

En el caso mexicanos hablamos de no menos de 25 museos que de una u otra manera conservan como parte de sus colecciones y acervos vehículos de transporte o información referente a los mismos. Pese a esa infraestructura existente, ciertamente hacen falta mas museos, pues el transporte ha sido un componente muy importante de la vida del país y cuenta con una muy rica hsitoria. Actualmente la información se encuentra muy dispersa y no existen las redes de información que permitan interconectar a los museos e instituciones de investigación, a los estudiosos del tema. Se trabaja muy aislada y desvinculadamente. Un centro nacional de información en materia de transporte debe crearse para no perder mucha de esa riqueza aun recuperable y posible de guardar y conservar como parte del patrimonio cultural del país. De igual manera urge la construcción de un museo nacional de transportes, que sin demérito de los ya existentes, coadyuve a preservar el valioso legado histórico que en materia de trasnportes tenemos.